miércoles, 11 de septiembre de 2013

El Caparazón


Inauguro  este espacio con cuento de Mamerto Menapace del  libro Madera Verde.
Es un cuento corto pero potente. Y es como una síntesis de como entiendo la Terapia Gestalt  y porque decidí dedicarme a ella.
Una  herramienta  para  hacerse fuerte por dentro  y a la vez vulnerable para sentir el dolor y el placer sin distinción y sin reprimir ni uno ni otro.
Parece ser que cuando nacemos nos vemos obligados a generar estrategias para sobrevivir  en el entorno que nos tocó nacer (o el que hayas elegido, no lo sé).
Esa estrategia que puede ser:  portarte bien para nunca ser reñido  o por el contrario hacer travesuras  para   llamar la atención o enfermarte o  apropiarte de todo sin miramientos o dejar de sentir lo que necesitas para no molestar o  ser siempre el más divertido…
Esa estrategia como te decía al principio,  puede ser útil mientras crecemos pero después y sino aprendemos a hacerla flexible  puede transformarse en una cárcel  que nos impida vivir la vida en su totalidad.
Porque la verdad es que somos mucho más que lo que llamamos nuestra “Personalidad”, el ego, el carácter o como en el cuento de Mamerto: “El Caparazón”.
No es fácil esto de quitarse el caparazón,  que va.
En principio nadie nos obliga y además el autoconocimiento es una travesía temeraria que no todos estamos dispuestos a  recorrer.
Pero  lo que se desconoce no se puede mejorar. Y el premio es ese.
Ahora que ya te di mis impresiones  te dejo el cuento espero que te guste como a mí.

Un abrazo
                                                                                                                                           
"Hay dos maneras de defender la vida: desde afuera o desde adentro. Los seres que deciden quedarse quietos porque la comida llega hasta ellos, prefieren defenderse desde afuera y así
se arman de un caparazón.
A veces las circunstancias obligan a estos bichos a ponerse en movimiento y entonces su traslado se convierte en un penoso arrastrón llevando a cuesta la cruz del caparazón que los defiende.
Es la historia de los caracoles y de tantos otros bichos sin esqueleto, que han dedicado toda su capacidad de sólido poniéndose a elaborar una costra para defenderse.
En cambio los animales a quienes ha seducido el movimiento, prefieren correr el riesgo de vivir sin defensas y dedicaron toda su capacidad de sólido a la construcción de un esqueleto. Algo que les diera firmeza por dentro y a la vez les permitiera exponer su piel al roce, al dolor a la interperie.
Es curioso pero los bichos con caparazón parecieran ser más resistentes .  Por todas partes uno se encuentra con antiguos caparazones que tienen a veces millones de años. Y están intactos.
Lo único que les falta es la vida. La vida ha desaparecido quizá asesinada por la opresión del del caparazón calcáreo. Pero el envase se conserva perfectamente.
No podemos negar que como realidad defensiva, el caparazón ha logrado superar el tiempo y resistir todos los ataques exteriores.
Lo único que no logró fue defender la vida.”

Del Libro Madera Verde, de Mamerto Menapace . Editora Patria Grande.