DeVeroGestalt
martes, 7 de enero de 2014
viernes, 13 de diciembre de 2013
lunes, 11 de noviembre de 2013
domingo, 6 de octubre de 2013
Buena Suerte
Buena Suerte, Mala suerte
quién sabe?
Una historia china habla de
un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un
día, el caballo escapó a las montañas.
Cuando los vecinos del
anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su
desgracia, el labrador les replicó:
«¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Una semana después, el caballo volvió de las
montañas trayendo consigo una manada de caballos. Entonces los vecinos
felicitaron al labrador por su buena suerte.
Este les respondió: «¿Buena
suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?».
Cuando el hijo del labrador intentó domar uno
de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo
consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir:
“¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?».
Una semana más tarde, el
ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se
encontraban en buenas condiciones.
Cuando vieron al hijo del
labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte?
¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Encontrado en el libro:
“Sadhana, un camino de oración“ de Anthony de Mello
(1931-1987)
Me encantan los cuentos , se
nota?
Muy especialmente lo que son
“para pensar” como les digo a mis hijas cuando les relato uno asi.
Este lo escuché durante mi Formación de Terapeuta y aunque el dicho
popular ya nos lo tiene requeté repetido “No hay mal que por bien no venga” este
cuento me hizo reflexionar en la cantidad de veces en mi vida que las cosas que
más deseé que sucedieran no eran las que más me harían feliz y lo mismo pero al
revés.
Si al revés también, porque a
veces perdiendo se gana. Lo prometo.
Lo interesante, lo que me deja el cuento, no es resignación o un determinismo obligado que no
nos quede más remedio que aceptar
A mi me sugiere algo así como:
Y ahora que me paso esto como
puedo aprovecharlo?
Cada caída es una oportunidad
y solo pierde el que no aprende.
lunes, 23 de septiembre de 2013
miércoles, 11 de septiembre de 2013
El Caparazón
Inauguro este espacio
con cuento de Mamerto Menapace del libro
Madera Verde.
Es un cuento corto pero potente. Y es como una síntesis de
como entiendo la Terapia Gestalt y
porque decidí dedicarme a ella.
Una herramienta para
hacerse fuerte por dentro y a la
vez vulnerable para sentir el dolor y el placer sin distinción y sin reprimir
ni uno ni otro.
Parece ser que cuando nacemos nos vemos obligados a generar
estrategias para sobrevivir en el
entorno que nos tocó nacer (o el que hayas elegido, no lo sé).
Esa estrategia que puede ser: portarte bien para nunca ser reñido o por el contrario hacer travesuras para llamar la atención o enfermarte o apropiarte de todo sin miramientos o dejar de
sentir lo que necesitas para no molestar o ser siempre el más divertido…
Esa estrategia como te decía al principio, puede ser útil mientras crecemos pero después y
sino aprendemos a hacerla flexible puede
transformarse en una cárcel que nos
impida vivir la vida en su totalidad.
Porque la verdad es que somos mucho más que lo que llamamos
nuestra “Personalidad”, el ego, el carácter o como en el cuento de Mamerto: “El
Caparazón”.
No es fácil esto de quitarse el caparazón, que va.
En principio nadie nos obliga y además el autoconocimiento es
una travesía temeraria que no todos estamos dispuestos a recorrer.
Pero lo que se
desconoce no se puede mejorar. Y el premio es ese.
Ahora que ya te di mis impresiones te dejo el cuento espero que te guste como a
mí.
Un abrazo
"Hay dos maneras de defender la vida: desde afuera o desde
adentro. Los seres que deciden quedarse quietos porque la comida llega hasta
ellos, prefieren defenderse desde afuera y así
se arman de un caparazón.
A veces las circunstancias obligan a estos bichos a ponerse
en movimiento y entonces su traslado se convierte en un penoso arrastrón
llevando a cuesta la cruz del caparazón que los defiende.
Es la historia de los caracoles y de tantos otros bichos sin
esqueleto, que han dedicado toda su capacidad de sólido poniéndose a elaborar
una costra para defenderse.
En cambio los animales a quienes ha seducido el movimiento,
prefieren correr el riesgo de vivir sin defensas y dedicaron toda su capacidad
de sólido a la construcción de un esqueleto. Algo que les diera firmeza por
dentro y a la vez les permitiera exponer su piel al roce, al dolor a la
interperie.
Es curioso pero los bichos con caparazón parecieran ser más
resistentes . Por todas partes uno se
encuentra con antiguos caparazones que tienen a veces millones de años. Y están
intactos.
Lo único que les falta es la vida. La vida ha desaparecido
quizá asesinada por la opresión del del caparazón calcáreo. Pero el envase se
conserva perfectamente.
No podemos negar que como realidad defensiva, el caparazón
ha logrado superar el tiempo y resistir todos los ataques exteriores.
Lo único que no logró fue defender la vida.”
Del Libro Madera Verde, de Mamerto Menapace . Editora Patria
Grande.
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